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Grandes marinos X

Llegamos a nuestro décimo dossier con el ilustre, enigmático y pese a sus triunfos, poco conocido, Blas de Lezo y Olavarrieta.

Apodado “mediohombre” debido a las taras físicas sufridas en el fragor de la batalla, nuestro protagonista fue uno de los mejores militares al servicio de la Corona española. Dotado de gran arrojo, valentía y sobre todo inteligencia, protagonizó una de las mayores gestas acaecidas en la Historia militar de España: La defensa de Cartagena de Indias en 1741 frente a la mayor flota de desembarco nunca vista hasta la Segunda Guerra Mundial…

Con 17 años se enroló en la escuadra francesa, y durante la Guerra de Sucesión, quedaría cojo de un cañonazo en la batalla de Vélez Málaga, tuerto a causa de otro en la fortaleza de Santa Catalina, y cuando contaba 26 años, en el asedio a Barcelona recibió un balazo que le dejó manco de por vida.

Finalizada esta guerra, Lezo se destacó por sus servicios a España contra el corso y la piratería en el Caribe, y posteriormente en el Mediterráneo en las campañas contra Génova y Orán. En 1734 fue ascendido a teniente general, y enviado en 1737 a Cartagena de Indias (Colombia) como comandante general.

Los ingleses, tras el incidente de la oreja de Jenkins en abril de 1731, declararon la guerra a España. Inglaterra armó una poderosa flota al mando del Almirante Edward Vernon, con la que se dispusieron a poner cerco a Cartagena de Indias en 1741. Por el contrario, Blas de Lezo no disponía apenas de soldados ni barcos para defender la ciudad.

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Grandes Marinos IX

Una milla más para conocer a otro gran héroe de la batalla naval de Trafalgar, Federico Gravina teniente general de la Real Armada.

Nacido en Palermo –Sicilia, reino de Nápoles- el 12 de septiembre de 1756, hijo de los Duques de San Miguel, Federico Gravina se incorporó a la Armada española sentando plaza de guardiamarina en la Real Compañía gaditana el día 18 de diciembre de 1775.

Embarcado, fue náufrago de la fragata 'Clara', cuando la expedición Casa Tilly; pasó después a los jabeques –unos pequeños buques de guerra- de Cartagena, mandó el 'San Luis' y ascendió por méritos a teniente de navío, recibiendo el mando del 'apostadero' –o base naval- de Algeciras. Asistió a la reconquista de Menorca (1782) y regresó a su mando cuando finalizó.

Durante "el gran sitio" de Gibraltar -había comenzado en 1779- mandó una batería flotante, la 'San Cristóbal', con la que concurrió a la función del 13 de septiembre de 1782, sufriendo impactos de 'bala roja' –proyectiles de hierro, disparados por un cañón tras ser puestos al 'rojo vivo' para incendiar- y tuvo que retirarse antes de que volase la santabárbara de su embarcación.

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Grandes Marinos VIII

Una vez más contribuimos con una aportación a nuestro pequeño tributo “Grandes Marinos Españoles”. Hoy tenemos el honor de conocer a don Francisco de Borja y Poyo, Marqués de los Camachos. Décimo Capitán General de la Real Armada Española.

Nació en Cartagena en el año de 1733. Sienta muy joven plaza de guardiamarina en la compañía del departamento de Cádiz en 1749.

Embarcando por primera vez en el navío “San Felipe” y posteriormente en los de la misma clase “Reina” y “Septentrión” y en el jabeque “Galgo”, con el que pasa a Cartagena de Indias, volviendo a España en 1755 ya de alférez de
navío.

Se encuentra en el combate que el jabeque “Ibicenco” sostiene con tres argelinos, a los que rechaza, este hecho ocurrió en 1757.

Vuelve a estar presente en el combate entre el navío “Soberano” y el navío argelino “Castillo Nuevo” del bey de Argel, que echa a pique.

Al mando del jabeque “Pilar”, apresa bajo los fuegos de Argel, una barcaza, acción por la que es ascendido a capitán de fragata, corre el año de 1772, y después asistió al sitio de Melilla.

En 1776 fue ascendido a capitán de navío y al mando del navío “San Dámaso” se halla en las operaciones de Sacramento hasta la paz con los portugueses.

Mandando el navío “Glorioso” 2º, en 1781, toma parte en el sitio de Gibraltar y ataque de las baterías flotantes.

Toma el mando de la comandancia general de la escuadra y del Apostadero de La Habana, en 1783.

Cuando se rompen las hostilidades con la República Francesa en 1793, al mando de una escuadra de veinticuatro navíos y nueve fragatas se apodera de la isla de San Pedro y San Antioco, que pertenecía al rey de Cerdeña y se encontraba en posesión de los franceses y que al tomarlas las devolvió al rey que le correspondían.

Protege las operaciones de los ejércitos piamonteses y napolitanos sobre las márgenes del Var.

Fue nombrado capitán general del Departamento de Cartagena en el año de 1798.

En cinco de noviembre de 1805, es promovido a Capitán General de la Real Armada.

Continuando en el anterior destino hasta ser depuesto el veintidós de mayo de 1808, en que fue depuesto por la Junta de Gobierno. El diez de junio 1808, es víctima de un tumulto popular en la plaza de Cartagena después de que las turbas hubiesen cometido con su persona toda clase de vejaciones.

Tenía ochenta y dos años, era inocente de todo delito, hasta del de afrancesado, que fue el pretexto para que la muchedumbre le diese muerte.

Si quieren saber más te este emblemático personaje, pueden continuar leyendo este fabuloso artículo de la mano de http://www.todoababor.es/articulos/bio_borja.htm.

Grandes Marinos VII

En el dossier de hoy conoceremos la figura de un héroe de la Batalla del Cabo San Vicente, el granadero Martín Álvarez.

Ingresó en el año 1790 en el Noveno Batallón de Infantería de Marina. En 1797 formaba parte de la dotación del navío San Nicolás de Bari que participó en la Batalla del Cabo de San Vicente frente a la escuadra inglesa de los almirantes Nelson y Jerwis.

Iniciada la lucha contra el navío inglés ‘Captain’ del almirante Nelson, Martín Álvarez ocupaba el puesto de escolta de la bandera en la toldilla del buque español. El granadero arremetió contra los ingleses que trataron de arriar la enseña española. Sólo cuando no quedaba en pie ningún español, los británicos pudieron arriar el pabellón del San Nicolás de Bari.

Asombrado Nelson por su valor, ordenó que se envolviera al marino español en la bandera que tanto había defendido. Sin embargo, Martín Álvarez no había muerto. Los ingleses, asombrados por su bravura, respetaron su vida y lo curaron.

Una vez restablecido, se reincorporó de nuevo al servicio de la Infantería de Marina, donde sirvió hasta que murió por una enfermedad.

Por una Real Orden de 1848 se dispuso que hubiera perpetuamente un buque en la Armada con el nombre de Martín Álvarez. Por otra Real Orden de 4 de julio de 1878 se estableció que el nombre de Martín Álvarez figure constantemente en la nómina de revista de la Primera Compañía del Primer Batallón, sito ahora en el Tercio de Armada de San Fernando (Cádiz), nombrándole el coronel en la revista de comisario.

Si quieren saber más te este emblemático personaje, pueden ampliar su lectura con el fabuloso artículo de “http://www.todoababor.es/articulos/martin_alvarez.htm

Grandes Marinos VI

Un día más mostraremos las increíbles y memorables hazañas de uno de nuestros grandes marinos, en esta ocasión conoceremos al brigadier que según cuenta la leyenda, después de que un cañonazo le volara la pierna, metió el muñón en un cubo de harina para mantener el equilibrio y poder seguir luchando. Hablamos de Don Cosme Damián de Churruca y Elorza.

Nació el veintisiete de septiembre de 1761.

Sus padres Don Francisco de Churruca y Doña María Teresa de Elorza. La primera aula de estudios del joven, fue el seminario conciliar de Burgos.

El quince de junio de 1776 vistió, el honroso uniforme de guardiamarina a la temprana edad de quince años, su ascenso a alférez de fragata fue el premio de los brillantes estudios hechos, en las escuelas navales de Cádiz y Ferrol durante dos años, sobresaliendo entre todos sus compañeros.

En octubre de 1778 pone el pie por primera vez sobre la cubierta de un navío. El “San Vicente”, al mando del bailío don Francisco Gil y Lemus, recibe al joven quien, desde los primeros pasos en su carrera, dio a conocer sus admirables disposiciones de marino.

Esta primera campaña, muy borrascosa, puso en evidencia el arrojo de Churruca frente a los peligros y su aptitud para aminorar los riesgos mediante el estudio de las maniobras.

El trece de diciembre de 1781 pasó a la fragata “Santa Bárbara”, al mando de don Ignacio de Álava.

En el sitio de Gibraltar se distinguió del modo más brillante, acudiendo intrépido a apagar el incendio de las flotantes y llevando socorro, con el bote de la fragata, a las tripulaciones de los buques incendiados, entre un diluvio de metralla que despedían las baterías de la plaza y las explosiones no menos peligrosas de las baterías que ardían.

Cuando la paz firmada en 1783 suspendió la lucha, acudió al estudio que forma al marino. Solicitó y obtuvo el ingreso en la academia de Ferrol. Su admisión a pesar de no haber vacante, se le añadió el cargo de ayudante de guardiamarinas.

Al año siguiente sustituía a los profesores de varias clases y siguiendo en esa vida laboriosa, en 1787 dio el primer ejemplo de un examen público en las aulas de la institución sobre matemáticas, mecánica y astronomía. Se granjeo la admiración del numeroso auditorio.

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Grandes marinos V

Continuamos surcando los mares acompañados de otro gran marino, el primer Capitán General de la Real Armada Española, Don Juan José Navarro Viana y Búfalo, Marques de la Victoria.

Nació en Mesina el 30 de noviembre de 1678. El futuro marqués de la Victoria, empezó muy pronto la carrera de las armas, primeramente en el ejército. Sentó plaza en el Tercio Fijo de Nápoles a la edad de ocho años.

Hasta 1698 hay un vacío en las noticias de la vida del joven militar.

El duque de Veragua, virrey de Sicilia, firma en Palermo el diecisiete de marzo de 1698 la licencia para que el soldado Juan Navarro pase al estado de Milán.

Desde ese punto combate en diferentes batallas y la guerra de sucesión, hasta que en 1707 evacuó España el tan disputado Milanesado, pasando Navarro, a Valencia, con su batallón.

Se encontró en la expedición de socorro a Orán, dispuesta por el general, marqués de Valdecañas, en Cartagena en 1708.

Juan José Navarro pasó a mandar precisamente su compañía y con ella tomó parte en 1709 en la conquista de Alicante y Valencia. <<Fue también uno de los capitanes que se distinguieron en la toma del castillo de Miravete, cercano a Tortosa.

Estuvo en la acción de guerra de Peñalba librada el quince de agosto, y en las desgraciadas de Almenara y Zaragoza, siendo Navarro uno de los 600 oficiales que cayeron en poder de Staremberg, que con tal victoria había creído ganar definitivamente la corona de España para el archiduque Carlos.

Una vez firmada la paz de Utrech ascendió el teniente Navarro a capitán efectivo, pasando a mandar en propiedad la compañía de su padre, que había muerto en el cautiverio en Argel. Con esta compañía operó en la represión de la sublevación de Cataluña, pasando durante ella a mandar la de granaderos.

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Grandes marinos IV

Le damos una vuelta de tuerca más a nuestro dossier, esta vez con un marino ilustre que evidentemente destaco por su labor en la Armada Española, pero además por su manejo de la pluma y el papiro.

Hablamos del Capitán Alonso de Contreras.

Alonso de Guillén, (1582-1641), conocido como Capitán o Frey Alonso de Contreras. Castellano de nacimiento, universal como la Monarquía Hispánica a la que bien sirvió.

La biografía de Alonso de Guillén marca el estereotipo del aventurero del Siglo de Oro.

Con catorce primaveras, anduvo con los Tercios en Flandes. Por sus dimes y sus diretes se tuvo que enrolar en la Armada de Pedro de Toledo, que luchaba por las aguas sicilianas. Escalando en el empleo, luchó contra las galeras de Solimán. En la Península de largo juicio se libró, la bendita pena fue la vuelta a Flandés. Hizo el corso en El Caribe, defendió las costas mediterráneas de las razias berberiscas, venció a los piratas de Albión, fue gobernador en L’Aquia… Sobre 1630 fue nombrado Caballero Comendador de la Orden de San Juan de Jerusalén (Orden de Malta).
Alonso de Contreras, bajo el pabellón de la Monarquía Hispánica luchó contra los turcos, franceses, ingleses o contra quienes tuvieran los Austrias que dilapidar la Hacienda.

Sus hazañas fueron contadas por un tal Lope de Vega y Carpio, en la tragicomedia “El rey sin reino” (1629).
Frey Alonso de Contreras, entre sus múltiples publicaciones podemos destacas la obra autobiográfica en la quiso contar su visión del mundo como marino y soldado, bajo el interesante título: “Discurso de mi vida desde que salí a servir al rey, de edad de catorce años, que fue el año de 1597, hasta el fin del año de 1630, por primero de octubre, que comencé esta relación”

Si quieren saber más te este emblemático personaje, pueden ampliar su lectura con el fabuloso artículo de marinos ilustres en “https://ilustresmarinos.wordpress.com/2014/06/16/ilustre-marino-capitan-alonso-de-contreras/

Grandes marinos III

En nuestra tercera aportación en iluminar la figura de nuestros grandes navegantes, conoceremos al Teniente general de la Real Armada Española, Don Antonio Barceló, el "Capitán Toni".

Antonio Barceló fue un destacado marino al servicio de la Armada española. De simple marinero ascendió a los más altos grados de la Armada debido a sus méritos de guerra, distinguiéndose en la marina sutil, con pequeñas embarcaciones. Inventó las barcas cañoneras usadas durante el Sitio de Gibraltar de 1779.
Sus hazañas en la mar le dieron fama legendaria. Aún circula por Andalucía un dicho que pondera a Barceló, el «ser más valiente» (o «tener más fama») «que Barceló ni en la mar».

Nació en Palma de Mallorca el uno de octubre de 1717. Desde muy joven demostró su afición a las cosas de la mar, navegando en los buques que hacían la travesía desde Palma de Mallorca hasta las costas de la península, como simple marinero, por su constancia al fin obtuvo el título de tercer piloto de los mares de Europa.
A los diez y ocho años se le confió el mando de uno de los jabeques que hacían la travesía entre las Baleares y la Península. Desde entonces su carrera comenzó a propulsarse sin paragón, combatiendo contra los piratas berberiscos, manteniendo un combate que con dos galeotas argelinas, poniendo en fuga a 13 oficiales del ejército apresados por parte de los berberiscos, varias expediciones contra Argel, entre otros tantos logros.

Hasta llegar al 24 de agosto de 1779, cuando Barceló fue ascendido a Jefe de Escuadra y nombrado Almirante-Comandante de las fuerzas navales destinadas al sitio de Gibraltar. Su fuerza la componían un navío de línea, una fragata, tres jabeques, cinco jabequillos, doce galeotas y veinte embarcaciones menores. Por tierra debía efectuar el ataque el general Martín Álvarez de Sotomayor.

La dificultad para atacar la plaza por mar residía en la más que comprobada inferioridad de los buques de vela y madera de la época contra las fortificaciones terrestres. Nelson afirmaba a este respecto que un cañón en tierra, en un buen reducto, valía diez cañones en embarcaciones, y eso a igualdad de proyectiles, pues desde tierra era fácil responder al atacante con balas rojas1 o granadas incendiarias, que por su peligrosidad estaban casi totalmente descartadas en los buques. Afortunadamente, en el tiempo preciso, Barceló obtiene permiso de Madrid para la construcción de sus famosas lanchas cañoneras, de invención propia, y así poder bombardear la plaza con más potencia. Ideó Barceló armarlas con una pieza de a 242 o con un mortero, y grandes botes de remos. Para proteger a la dotación se las dotó de un parapeto plegable forrado por dentro y fuera de una capa de corcho. Medían 56 pies de quilla, 18 de manga y 6 de puntal, con 14 remos por banda, llevaban la pieza mencionada giratoria, con una gran vela latina, siendo su dotación de una treintena de hombres.

Muchos opinaron que tales botes no podrían soportar el peso, y mucho menos el retroceso, de la enorme pieza, pero las experiencias probaron todo lo contrario. Barceló desarrolló su idea proporcionando a las lanchas un refuerzo de corcho y un blindaje de hierro, que las cubría hasta por debajo de la flotación. Pero pronto se pudo observar que tales precauciones eran exageradas, dado los limitados recursos de puntería de la época, y, sobre todo, porque estas batallas se efectuaban oportunamente por las noches, resultando poco menos que imposible acertar a las pequeñas lanchas cuando atacaban de proa, mientras que éstas tenían muchos menos problemas para batir unos blancos que eran mucho mayores. El mejor juicio sobre su efectividad, y no pudo ser más concluyente, vino del propio enemigo.

Barceló prestó otros innumerables y notables servicios, pero al ser el hombre del pueblo llano, sencillo y que no guardaba las etiquetas, los oficiales formados en las academias de guardias marinas le veían con cierto y mal disimulado desprecio. A tanto llegaron las habladurías y comentarios, que llegó a estar entredicho el que fuera a desempeñar el mando, por lo que el rey relevó a Martín Álvarez de Sotomayor por el duque de Crillon, que llevaba unas instrucciones reservadas para que calibrase la capacidad de Barceló como general. Pero cuando el duque conoció a Barceló, dirigió una carta a Floridablanca, recomendándole para el ascenso a teniente general a pesar de su sordera y su avanzada edad, que era sobre todo en lo que se basaban las acusaciones vertidas sobre su persona por sus detractores.

Continuó con sus hazañas hasta su retiro en Palma de Mallorca, inducido por las ya comentadas envidias y acusaciones que sobre él circulaban, falleció a los 80 años de edad, reposando su cuerpo en una de las primeras parroquias que fueron fundadas en Mallorca durante el reino de Jaime I en la iglesia de la Santa Cruz, en su propia Capilla de San Antonio, que tantos recuerdos trae a la familia Barceló, ya que ellos fueron uno de sus fundadores. Para perpetuar su memoria, se colocó una lápida en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando, en la primera capilla del Este.

Si quieren saber más te este emblemático personaje, pueden ampliar su lectura con el fabuloso artículo de la mano de Antonio Luis Martínez Guanter en “http://www.todoababor.es/articulos/bio_antoniobarcelo.htm

 

Grandes marinos II

Continuamos con nuestro pequeño tributo a los grandes marinos que surcaron los mares con el emblema de la Armada Española.

Hoy conoceremos a la primera mujer Infante de Marina del Mundo, Ana María de Soto.

La Infantería de Marina española tiene su origen en los Tercios Viejos, unidades de infantería inicialmente destinada a ir embarcada en navíos, cosa que se hacía de forma temporal para realizar campañas o combates específicos. La diferencia surge cuando se decide que estas tropas debían tener una dedicación exclusiva a la guerra naval. Fue fundada bajo el nombre de Infantería de Armada por Carlos I en 1537, al asignar de forma permanente a las Escuadras de Galeras del Mediterráneo las Compañías Viejas del Mar de Nápoles. Sin embargo, fue Felipe II el que creó el concepto actual de Fuerza de Desembarco.

Ana María de Soto, militar español, nacida en Aguilar, Córdoba, fue la primera mujer que sirvió en los Batallones de Marina (Infantería de Marina). El 26 de marzo de 1793, Ana María de Soto, haciéndose pasar por varón, con el nombre de Antonio María de Soto, se alista en la 6ª compañía del 11º Batallón de Marina en concepto de soldado voluntario, por el deseo romántico de vestir el uniforme del Cuerpo de batallones. Pronto empieza a destacarse por su entusiasmo por la carrera de las armas, y en ella sirve por tierra y por mar. En campaña terrestre asiste, entre otras acciones, a las de Bañuls y en la defensa y abandono del sitio de Rosas. En campaña marítima embarca en la fragata Mercedes el 4 de enero de 1794, asistiendo al combate naval de San Vicente y en diferentes acciones de las lanchas cañoneras y demás fuerzas sutiles de Cádiz contra los ataques enemigos. Embarca después en la fragata Matilde, en la que continúa prestando señalados servicios. Después de cinco años y cuatro meses de actividad constante, y como consecuencia de una ligera enfermedad, un reconocimiento médico descubre por casualidad su verdadero sexo: era mujer y se llamaba Ana María Antonia, hija de Tomás y Gertrudis de Alfama, natural de la villa de Aguilar, obispado de Córdoba, y tenía dieciséis años al sentar plaza. Dada cuenta de la anormalidad, dispuso el almirante Mazarredo su desembarco de la fragata Matilde el 7 de julio de 1798.

En atención a la heroicidad demostrada y a su acrisolada conducta S.M. El Rey le concede, el 24 de julio de 1798 sueldo y grado de sargento. El sueldo era de dos reales de vellón diarios, para que pueda atender a sus padres, que ignorantes de todo seguían buscándola. Además se le autoriza a emplear los colores de los batallones de marina y los divisas de sargento de los mismos en sus ropas de mujer.

Si quieren saber más te este emblemático personaje, pueden continuar leyendo este fabuloso artículo de la mano de Caraban en http://www.soto.biz/biografias/ana-maria-de-soto-1er-infante-de-marina.

 

Grandes marinos I

Tal y como contamos en el dossier anterior, la Armada española fue y continua siendo una de las más importantes del mundo.

Pero para poder llegar a ese nivel, tuvo que haber grandes marinos a cargo de su dirección.

Muchos de ellos son mundialmente conocidos, por sus grandes proezas. Y otros no relucen tanto por su nombre, como por lo que llegaron a conseguir.

A lo largo de esta semana iremos dando a conocer un pequeño resumen de la historia de algunos de ellos.

El primero será Pedro Hernández Cabrón.

Durante la segunda mitad del siglo XV nació en un lugar indeterminado de Cádiz, Pedro Hernández Cabrón, descendiente de una poderosa familia de comerciantes y regidores de varios puertos marítimos de la corona española. Sin embargo, Pedro Hernández se dedicó a un oficios menos legal, este se convirtió en un sanguinario e inteligente pirata, guerrero y, finalmente, en un despiadado corsario de la corona, era conocido por toda la costa española como el Pirata Cabrón. Aunque su familia renegaba de él, Pedro Hernando llevaba con orgullo su apellido y su linaje.

Sus actos de piratería, sus actuaciones en los campos de batallas y su comportamiento con otras razas y culturas, consiguió que su apellido se convirtiera con el tiempo en uno de los insultos más ofensivo de la lengua española. Todos los detalles de este personaje los ha recopilado el autor Javier Fornell en dos fabulosas novelas "Llamadme Cabrón. Historia de un pirata" y recientemente "Llamadme Cabrón: Lanza y oro".

Los comienzos de este pirata comenzaron con la expulsión de los judíos de España, el pirata prometió llevarlos a Oran con todas sus riquezas pero muchos de estos judíos fueron abandonados en Málaga y Cartagena y después, desprovisto de sus tesoros y riquezas que fue repartido por la tripulación del barco del pirata Cabrón. Con absoluta crueldad y sangre, el pirata se desenvolvía bien en esos ambientes de violencia y era respetado como un brillante guerrero. También, Pedro Hernando tuvo un gran peso político y económico en la ciudad de Cádiz, donde era respetado y temido por sus gobernantes y ciudadanos.

Poco después, Pedro Hernando participó en la campaña del norte de África, donde mato a muchos infieles. Fornell también relata sus aventuras en los grandes acontecimientos de la historia de Castilla y su presencia fue reclamada tanto en Nápoles como almirante de la flota aragonesa como en las guerras señoriales andaluzas. Por ultimo, consigue conquistar Canarias para la corona de Castilla y Aragon,. Con ello, Pedro Hernando consigue el perdón de los Reyes Católicos. Sin embargo, curiosidades de la historia, la monarquía española se avergonzaba de este pirata y su nombre fue borrado de muchos informes y en otros solo se le menciona como un pirata fiel a la corona, pero su apellido permanecería ligado en los anales de la historia.

Si quieren saber más te este emblemático personaje, pueden continuar leyendo este fabuloso artículo de la mano de Fernando Soto en “http://ocultismocadiz3000.blogspot.com.es/”.

 

Origen de los nombres de los navíos de la Armada Española

La Armada Española es una de las fuerzas navales en actividad más antiguas del mundo. Su nacimiento se remonta a finales del siglo XV y primeros del siglo XVI, bajo el mandato de los Reyes Católicos.

Ha sido un pilar muy importante durante la época del Imperio Español, desde el punto de vista defensivo, además de alcanzar grandes logros en descubrimientos de nuevas rutas marítimas y tierras como fue el caso de las Américas.

Actualmente es una de las más importantes del mundo. En España contamos con grandes bases portuarias como Rota, San Fernando, Cartagena, Ferrol y Las Palmas de Gran Canarias.

Pero, ¿bajo qué nombre conocemos a los buques insignia de nuestra Armada?

Basados en los nombres de los miembros de la Familia Real, tales como Almirante Juan de Borbón, Príncipe de Asturias, Juan Carlos I, Reina Sofía, Infanta Elena e Infanta Cristina.
Otras hacen referencia a nuestra geografía: Castilla, Galicia, Cantabria, Canarias, La Graña, Alborán, Tarifa…
La hidrografía también está presente en el Segura, Tambre, Duero, Tajo y Sella.
Con el espíritu de los fenómenos atmosféricos encontramos el Rayo, Meteoro, Relámpago y Trueno.
Y por supuesto no podrían faltar el nombre de los grandes marinos y navegantes que ha tenido la Armada Española: Cristóbal Colon, Patiño, Tofiño, Juan Sebastián de Elcano, Contramaestre Casado, Álvaro Bazán, Blas de Lezo, Malaspina…

Un sinfín de bautismos para engalanar a una de las grandes joyas de nuestra nación.

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